En Santander, la política local vive en una peligrosa deriva entre la escenografía y la ausencia de proyecto. Mientras los problemas se acumulan —desde el deterioro del centro urbano hasta la falta de soluciones reales para los barrios—, algunos portavoces parecen más centrados en su imagen personal que en trabajar por los vecinos.
Felipe Piña, portavoz del PRC, ha hecho de las redes sociales su principal escaparate. Sus vídeos, fotos y mensajes cuidadosamente editados generan impacto, sí, pero la política municipal exige más que visibilidad: exige trabajo, ideas y compromiso con los santanderinos. A estas alturas, es difícil no preguntarse si el personaje se ha comido al político. Lo preocupante no es que comunique, sino que se limite a eso.Y cuando no está grabando un reel, sus propuestas llegan tarde o calcadas de otras formaciones, particularmente de VOX, que lleva tiempo adelantando iniciativas que luego otros se apresuran a vestir como propias.
El oportunismo, en política local, también tiene límites.En paralelo, el portavoz del PSOE, Daniel Fernández, apenas consigue ocupar espacio en el debate público. Su discurso es previsible y su aportación a la ciudad, por desgracia, muy escasa. Santander no necesita portavoces que asistan a los plenos por rutina, sino una oposición útil y con ideas propias.
Pero si hablamos de falta de rumbo, es inevitable mencionar también a la alcaldesa, Gema Igual (PP), cuya gestión continúa acumulando críticas por su desconexión con la realidad de muchos barrios y su incapacidad para poner en marcha soluciones estructurales. Santander arrastra años de proyectos fallidos, planes inconcretos y parálisis institucional. La ciudad no puede seguir funcionando con anuncios vacíos ni con una visión agotada.
Frente a este panorama, hay que reconocer la labor coherente y firme de Laura Velasco, portavoz de VOX, que ha demostrado rigor, constancia y claridad en sus intervenciones. Sin necesidad de espectáculo ni populismo, ha sabido posicionarse como una voz sólida que trabaja desde el fondo, no desde el foco.Santander no necesita más marketing político. Necesita gestión. Necesita valentía. Y necesita, sobre todo, representantes que piensen menos en la próxima foto y más en el futuro de la ciudad.