ARCA considera necesaria la paralización de las obras de las escolleras y espigones, la apertura de un proceso de información y debate social y la reconsideración de la conveniencia del proyecto.
Comunicado deA R C A (Asociación para la Defensa de los Recursos Naturales de Cantabria)
Los conocedores del lugar afirman que nunca hubo tanta arena en el conjunto formado por las playas de Bikini-La Magdalena-Los Peligros. Pero sorprendentemente desde hace una década, algunos responsables políticos han venido insistiendo en la cuestionable necesidad de evitar una supuesta pérdida de arena, para intentar justificar la construcción de dos enormes diques con escollera que cambiarán drásticamente y por completo la fisonomía del entorno y paisaje de la playa.
Sin publicidad, ni información o debate ciudadano previo, las obras han comenzado recientemente con la celeridad y sigilo de quien parece tener la mala conciencia de estar haciendo algo agresivo y dañino, que pudiera resultar polémico, impopular, o generar la frontal oposición ciudadana .
El proyecto actualmente en construcción pretende la realización de dos espigones de 6 metros de altura: uno de 200 metros en la zona próxima al balneario de la Magdalena y otro de 220 metros (de los que 100 serán sumergidos) en la zona adyacente al Promontorio de San Martín, doblándose el trazado de ambos espigones hacia la mitad de su extensión para prácticamente encerrar a la lámina de agua colindante con la playa, y convertir de hecho a La Magdalena en una piscina de agua salada.
En el morro de uno de los diques se construirán gradas de hormigón, y la parte superior de los diques será igualmente un paseo de hormigón. Además se proponen rellenar 4.000 metros de zona marina junto a uno de los diques para supuestamente “minimizar el impacto ambiental”.
En definitiva: el proyecto va transformar la playa de La Magdalena en un entorno urbano extendido dentro del mar, acabando con su característica belleza natural. De llevarse a cabo supondrá la alteración brutal de un paisaje natural singular, excepcional e irrepetible, a pesar de la falta de justificación e inseguridad de los dudosos resultados que se pretenden, como ya se ha constatado en otras partes de España.
Como afirman expertos de reconocida experiencia y prestigio en el campo de la dinámica litoral, hay otras técnicas y soluciones para remediar el supuesto problema que se plantea. La playa de La Magdalena y su entorno, constituyen un paisaje y un patrimonio colectivo identitario para los santanderinos que caracteriza y distingue a Santander como ciudad. Por ello son los ciudadanos de Santander los que han de decidir qué opción consideran más adecuada. No es lícito ni lógico que un grupo de políticos embrutecidos y con discapacidad paisajística, decidan alegremente sobre la total alteración y degradación de un paisaje tan valioso, que ha formado parte y ha influido tanto en la calidad de vida de muchas generaciones.
Ha faltado y falta información, transparencia y participación ciudadana, en un proyecto que va a afectar a un paisaje muy referencial y característico de la ciudad. Los ciudadanos tienen derecho y deben de opinar y ser escuchados en un asunto de esta importancia. Resulta intolerable en un país democrático, la política oscurantista, desinformativa, despótica e impositiva que el Ayuntamiento de Santander está siguiendo en este asunto.
Conviene recordar a los responsables políticos del Ayuntamiento, que son meros gestores del patrimonio de todos que es La Magdalena, y que su deber es conservarlo y no destruirlo como están haciendo, porque no les pertenece a ellos si no a todos los Santanderinos.
ARCA considera necesaria la paralización de las obras de las escolleras y espigones, la apertura de un proceso de información y debate social y la reconsideración de la conveniencia del proyecto. Es urgente abrir un proceso participativo en el que se puedan considerar todas las alternativas existentes, que ayuden a clarificar el tratamiento que la población considera más adecuado para todo el entorno de La Magdalena.