Actuación: ORQUESTA SINFÓNICA DE TENERIFE
Género: Concierto sinfónico
Director: VÍCTOR PABLO PÉREZ
Solista: PAUL LEWIS (PIANO)
Programa: Concierto para piano Nº 5 “Emperador” de Beethoven y la Sinfonía Nª 9 de, Shostakóvich
Crítica: Ahora que países europeos amenazan con volver al servició militar obligatorio, “La Mili”; me recuerda que yo la hice en la Capitanía General de Canarias, en Santa Cruz de Tenerife. Por cierto el año 1970, el que nació la Orquesta Sinfónica, que lleva el nombre de la isla. Surgida de la primitiva Orquesta de Cámara de Canarias de los años 30. Recuerdo cuando el hijo del gran pianista español Cubiles, compañero de RNE, en el archipiélago, daba la noticia. Un nacimiento, promovido quizás, al menos en espíritu, por el Conservatorio de Música y Escuela de Arte Dramático de Tenerife.
Anoche en la Sala Argenta del Palacio de Festivales, dentro de la programación del FIS, llegó, tras veintiséis años de su debut y único concierto de la Orquesta Sinfónica de Tenerife, en esta ciudad, dirigida igualmente por Víctor Pablo Pérez. Que fuera titular durante veinte años. Sin duda quien la colocó en el panorama internacional, donde ahora está instalada. Esta vez la ha dirigido como invitado, muy especial. En un concierto con dos piezas sinfónicas muy atractivas. Ese brillantísimo concierto “Emperador”, teniendo como solista de piano al británico, Paul Lewis, uno de los mejores de su generación y el homenaje a Shostakóvich, en el cincuenta aniversario de su muerte, con la Sinfonía Nº9. Un homenaje muy presente en esta recta final de la edición.
Víctor Pablo López, del que conocemos su depurado arte en la conducción de orquestas, ha vuelto a conquistar a un público, admirador de su estilo, siempre creativo, puntilloso en el lenguaje musical y siempre intuitivo y espectacular.
Su querida Orquesta, en un momento dulce, de nuevo, se ha reencontrado con él, ofreciéndonos una velada muy interesante. Ese concierto para piano “Emperador», en perfecta sintonía con el pianista Paul Lewis, sensible especialista en la pianística de los compositores centroeuropeos, muy concretamente en Beethoven. Sacaron partido a un concierto que requiere de la misma brillantez por el que está urdida su composición. Nos hicieron disfrutar con toda la grandeza que desprende.
La novena de Shosthakóvich respondió, tanto la orquesta como su director y como queda dicho impulsor, a esa rebeldía que el compositor ruso, entonces soviético, la imprimió, como un esperado homenaje a Stalin, por haber vencido a los nazis. Creándose en un tono de juego de niños divertida, deliciosa y ligera, que como es lógico no gustó ni al líder soviético ni a los vencidos, por supuesto.
Anoche nos llegó esa novena, que en principio pensó hacerla con coros, llena de virtuosismo con la fogosidad y los pianos intercalados bien complementados. En una versión muy acertada.