“Soy una célula pensante, y no me parece poco ser una neurona”, reflexionó, antes de definirse como“un aprendiz que sigue aprendiendo”. “Puse en ella todo lo que pude, y si no es gran cosa es porque no soy más”.
La Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) manifiesta su pesar por la pérdida del economista y escritor José Luis Sampedro, fallecido en Madrid a los 96 años de edad, y desea transmitir sus condolencias a su viuda y allegados. Sampedro, humanista en el más amplio sentido del término, lega a la sociedad una fértil actividad académica, docente y literaria que la UIMP reconoció en 2010 con el XXIV Premio Internacional Menéndez Pelayo, galardón que el autor de “La sonrisa etrusca” recogió en el Paraninfo del Palacio de La Magdalena en un solemne acto en el que, tras expresar con humildad su gratitud, manifestó que “hemos recibido una vida y nuestro deber es vivirla”, toda una declaración de principios desde el reconocimiento lúcido de que “el mundo no ha superado edades de barbarie”.
En aquel improvisado discurso, el autor de“La sonrisa etrusca” dijo también que se sentía “como una gota en el océano, una hoja en la foresta o una célula entre los cientos de miles que tenemos”. “Soy una célula pensante, y no me parece poco ser una neurona”, reflexionó, antes de definirse como“un aprendiz que sigue aprendiendo”. Sobre su obra, resumió, también desde la modestia, que “puse en ella todo lo que pude, y si no es gran cosa es porque no soy más”.
José Luis Sampedro mantuvo a lo largo de los años un estrecho vínculo con la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. En 2001 y 2002 pronunció dos conferencias en la sede de la UIMP en Sevilla, donde también moderó una mesa redonda sobre “Ética de la Economía Mundial”. Un año después, en 2003, impartió en el Palacio de La Magdalena de Santander el curso “Escribir es vivir”, dentro del ciclo “El autor y su obra”. A lo largo de cinco días, el economista, escritor, catedrático de Estructura Económica, miembro de la RAE y exsenador pronunció diez lecciones que fueron transcritas por su esposa Olga Lucas y recogidas en un libro.